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La filosofía de los afortunados



Como toda filosofía, sólo es capaz de entenderla aquel que la siente, pues esta sólo es capaz de entenderla el afortunado que la vive.


La palabra nadador significa respeto y valentía.

Es tener el poder de observar por encima del vaho y valorar tu pasado, tu presente y tu futuro de la mano de tu entrenador.

Es ir a contracorriente del resto sabiendo que tu corriente es la acertada y es deslizar aunque a veces tengas la sensación de no poder más.


Y yo, soy nadador.


Soy nadador porque me entiendo con el agua, no acepto tregua con ella y resisto lo que mi mente y mi cuerpo estén dispuestos a soportar en cada entreno. Porque es llegar a ellos, saltar al agua, y pelearme con ella en cada brazada sacando el orgullo y el coraje que haga falta para que el día que pierda la batalla me sienta orgulloso de haberla ganado alguna vez en la vida.


Soy nadador cuando soy capaz de superar cualquier crisis que se ponga en tu camino.

Cuando me convierto en el enemigo de la pereza, esa que tantas veces me consigue dominar y que otras tantas consigo combatir en cada entreno, aunque no siempre sea posible.


Es inexplicable la sensación de cada fracaso que me lleva hasta lo más profundo de mi y me hace reflexionar y que después de días, semanas o meses vuelvas con más ganas que nunca.

Y ahí, es cuando crezco, me siento libre y saco las fuerzas para que lleguen los éxitos que nada ni nadie serán capaces de borrar de mi memoria.


Soy nadador cuando se que existen días en los que la mente se apodera de ti y te hunde para enseñarte que después las victorias y los triunfos son más dulces, y es cuando resurges que te das cuenta que el agua siempre estuvo ahí para mantenerte a flote. Ese momento hay que vivirlo para sentirlo y recordar que esto va de hacer de los días buenos algo grandioso y sacar lo positivo del momentos más complicados.


Soy nadador aprendiendo lo que es la paciencia en el momento en que después de meses llegas a la meta.

Cuando me inundo de pánico en las últimas brazadas de aquellos relevos que tanto significan y encuentro el cariño coreando el himno de mi club y en el abrazo que le doy a mi amigo cada vez que una de mis aspiraciones se cumple o cuando empapado de lágrimas, lamento una derrota.


Sé que soy nadador cuando no sé ni puedo explicar con palabras lo que para mi significa superarse y el lugar que el sacrificio ocupa en mi vida.

Cuando me encuentro a mi mismo el día que más lo necesito y viro en los caminos correctos, pero siempre con las dos manos.


Soy nadador porque me siento orgulloso de serlo y cuando me cuestionan se responder con un simple ¿Cómo alguien podrá entender de sacrificios si nunca nadó?

Ser nadador es algo más que nadar, es ver tu vida reflejada en el agua.


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